por Leonardo Boff - Portal Sur y Sur - 8marzo16 - Hay un hecho indiscutible y desolador: el capitalismo como modo de producción y su ideología política, el neoliberalismo, se han sedimentado globalmente de forma tan consistente que parecen hacer inviable cualquier alternativa real. De hecho, ha ocupado todos los espacios y alineado casi todos los países a sus intereses globales.
Desde que la sociedad pasó a ser de mercado y todo se volvió oportunidad de ganancia, hasta las cosas más sagradas como los órganos humanos, el agua y la capacidad de polinización de las flores, los estados, en su mayoría, se ven obligados a gestionar la macroeconomía globalmente integrada y mucho menos a servir al bien común de su pueblo.
El socialismo democrático en su versión avanzada de eco-socialismo es una opción teórica importante, pero con poca base social mundial de implementación. La tesis de Rosa Luxemburgo en su libro Reforma o Revolución de que «la teoría del colapso capitalista está en el corazón del socialismo científico» no se ha hecho realidad. Y el socialismo se ha derrumbado.
La furia de la acumulación capitalista ha alcanzado los niveles más altos de su historia. Prácticamente el 1% de la población rica mundial controla cerca del 90% de toda la riqueza. 85 opulentos, según la seria Ong Oxfam Intermón, tenían en 2014 el mismo dinero que 3,5 mil millones de pobres en el mundo. El grado de irracionalidad y también de inhumanidad hablan por sí mismos. Vivimos tiempos de barbarie explícita.
Las crisis coyunturales del sistema ocurrían hasta ahora en las economías periféricas, pero a partir de la crisis de 2007/2008 la crisis explotó en el corazón de los países centrales, en Estados Unidos y Europa.
Todo parece indicar que esta no es una crisis coyuntural, siempre superable, sino que esta vez se trata de una crisis sistémica, que pone fin a la capacidad de reproducción del capitalismo. Las salidas que encuentran los países que hegemonizan el proceso global son siempre de la misma naturaleza: más de lo mismo.
O sea, continuar con la explotación ilimitada de bienes y servicios naturales, orientándose por una medida claramente material (y materialista) como es el PIB. Y ay de aquellos países cuyo PIB disminuye -
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