Cacicazgo y Encomienda - Primera Resistencia
El cacique no solo protegía militarmente a su pueblo sino que garantizaba la alimentación para todos.
Existían caciques pequeños y cacicazgos principales. Calarcá era un cacique principal que velaba y cuidaba a los indios de caciques menores.
Las rivalidades entre Pijaos y Quimbayas, desaparecen con la llegada de los Españoles, los Pijaos en asocio con otros pueblos, se unifican para resistir al tirano invasor
La guerra de resistencia de Calarcá en los años 1570-1610 fue parte de la guerra de resistencia de los pijaos, esta guerra fue justa, en defensa de su pueblo, en cambio la guerra declarada por el invasor español fue una guerra injusta de dominación y opresión a un pueblo
La sevicia, el crimen, la tortura fueron los elementos cotidianos traídos por los españoles a estas tierras, desde los años de 1536. Se aperreaban a nuestros antepasados, arrojándolos a las fauces de los perros mastines de presa. Se violaban las mujeres indias, se quemaban sus ranchos, se destruían sus cosechas. Se amputaban sus manos, exhibiéndolas ensartadas en cabuyas para sembrar terror, en las plazas de los pueblos españoles.
Por esas épocas, Juntas de Caciques Quimbayas se organizaban y resistían a los salvajes invasores.
La acristianada india Inés mujer del Cacique Pachaqüe fue una de nuestras heroínas, en defensa del pueblo; perdiendo a su compañero, resistió en la cuchilla de la Media Luna, Parte alta de Corozal, del hoy Pereira, antiguo Cartago.
El viejo camino indio que unía a los Muiscas con los Quimbayas, por el paso de Totorombo (cerca de la actual Línea) es usado por los españoles, con algunas variantes, como el paso de Sasaguabi - Para que ese camino no fuera tan dolorosamente largo, los españoles tenían un punto de descanso y aprovisionamiento en Tocaima
Por lo largo de las distancias y la lucha de resistencia del pueblo indio, se hizo necesario militarmente, que el invasor español Andrés López de Galarza, fundara en 1551 a Ibagué, en el sitio que hoy ocupa el caserío de Anaime, como el pueblo al otro lado de la Cordillera de los Quimbayas y Quindos, que sirviera de punto de aprovisionamiento para continuar los largos caminos.
Debemos tener en cuenta que los viejos caminos del indio fueron los utilizados por el invasor español.
De ese camino principal del viejo Cartago (hoy Pereira) se seguía hacia el Norte a Santa Fe de Antioquia o hacia el sur a Quito y Popayán - Es la vía más importante de su época, desde el punto de vista militar, comercial y político.
Sobre ese territorio, Jorge Robledo instala a los a los Encomenderos españoles, figuras siniestras similares a señores feudales, a quienes se les entregaban tierra e indios, para que les “sirviesen, pagasen tributo y adoctrinarse”.
El régimen de la encomienda se impuso con el terror como instrumento y se acabo el proceso de formación social colectivo en el que estábamos cuando llegaron los españoles. Imponiéndonos la propiedad, no solo de la tierra sino de la gente; de los mismos pueblos sometidos, que tenían que tributar al encomendero, sin saber la razón por la cual lo tenían que hacer. Pagando hasta con la vida el no tributar al invasor - tomado de cartilla la Tierra Nuestra
El cacique no solo protegía militarmente a su pueblo sino que garantizaba la alimentación para todos.
Existían caciques pequeños y cacicazgos principales. Calarcá era un cacique principal que velaba y cuidaba a los indios de caciques menores.
Las rivalidades entre Pijaos y Quimbayas, desaparecen con la llegada de los Españoles, los Pijaos en asocio con otros pueblos, se unifican para resistir al tirano invasor
La guerra de resistencia de Calarcá en los años 1570-1610 fue parte de la guerra de resistencia de los pijaos, esta guerra fue justa, en defensa de su pueblo, en cambio la guerra declarada por el invasor español fue una guerra injusta de dominación y opresión a un pueblo
La sevicia, el crimen, la tortura fueron los elementos cotidianos traídos por los españoles a estas tierras, desde los años de 1536. Se aperreaban a nuestros antepasados, arrojándolos a las fauces de los perros mastines de presa. Se violaban las mujeres indias, se quemaban sus ranchos, se destruían sus cosechas. Se amputaban sus manos, exhibiéndolas ensartadas en cabuyas para sembrar terror, en las plazas de los pueblos españoles.
Por esas épocas, Juntas de Caciques Quimbayas se organizaban y resistían a los salvajes invasores.
La acristianada india Inés mujer del Cacique Pachaqüe fue una de nuestras heroínas, en defensa del pueblo; perdiendo a su compañero, resistió en la cuchilla de la Media Luna, Parte alta de Corozal, del hoy Pereira, antiguo Cartago.
El viejo camino indio que unía a los Muiscas con los Quimbayas, por el paso de Totorombo (cerca de la actual Línea) es usado por los españoles, con algunas variantes, como el paso de Sasaguabi - Para que ese camino no fuera tan dolorosamente largo, los españoles tenían un punto de descanso y aprovisionamiento en Tocaima
Por lo largo de las distancias y la lucha de resistencia del pueblo indio, se hizo necesario militarmente, que el invasor español Andrés López de Galarza, fundara en 1551 a Ibagué, en el sitio que hoy ocupa el caserío de Anaime, como el pueblo al otro lado de la Cordillera de los Quimbayas y Quindos, que sirviera de punto de aprovisionamiento para continuar los largos caminos.
Debemos tener en cuenta que los viejos caminos del indio fueron los utilizados por el invasor español.
De ese camino principal del viejo Cartago (hoy Pereira) se seguía hacia el Norte a Santa Fe de Antioquia o hacia el sur a Quito y Popayán - Es la vía más importante de su época, desde el punto de vista militar, comercial y político.
Sobre ese territorio, Jorge Robledo instala a los a los Encomenderos españoles, figuras siniestras similares a señores feudales, a quienes se les entregaban tierra e indios, para que les “sirviesen, pagasen tributo y adoctrinarse”.
El régimen de la encomienda se impuso con el terror como instrumento y se acabo el proceso de formación social colectivo en el que estábamos cuando llegaron los españoles. Imponiéndonos la propiedad, no solo de la tierra sino de la gente; de los mismos pueblos sometidos, que tenían que tributar al encomendero, sin saber la razón por la cual lo tenían que hacer. Pagando hasta con la vida el no tributar al invasor - tomado de cartilla la Tierra Nuestra