tomado de Argenpress -- Ana María Primavesi, et al. (Alai) - Los cultivos transgénicos, más que una tecnología agrícola, son un instrumento corporativo de control de la agricultura
Nunca en la historia de la agricultura y la alimentación ha habido una concentración tan grande de las semillas, llave de toda la red alimentaria, en tan pocas corporaciones. Las seis mayores fabricantes de agroquímicos a nivel mundial controlan el 76% del mercado global de agrotóxicos
Las mismas seis están entre las mayores corporaciones de semillas a nivel global, controlando el 60% de ese mercado. Y éstas seis controlan el 100% del mercado global de semillas transgénicas. (ETC Group, 2013a y 2013b).
En tanto que prácticamente las mismas empresas controlan el desarrollo de los transgénicos y el comercio de agrotóxicos y de las semillas, transgénicas y no transgénicas, dan prioridad a la promoción de los transgénicos por dos razones:
a) al ser resistentes a ciertos herbicidas, aseguran las ventas de semillas y de insumos;
b) por ser un producto de ingeniería, las semillas son patentadas, por lo que para los agricultores, guardar una parte de la propia cosecha para la próxima estación de siembra se convierte en ilegal, asegurándole a las empresas nuevas ventas cada estación e incluso ganancias extras al llevar a juicio a los agricultores cuyas parcelas se “contaminen” de transgenes patentados. Se han realizado cientos de juicios por esta razón contra agricultores en Estados Unidos y ese es el camino que sigue para todos los países que los adopten. (Center for Food Safety, 2013).
Para asegurarse de controlar totalmente a los agricultores, las corporaciones de agronegocios desarrollaron también una tecnología que actúa como una “patente biológica”: las Tecnologías de Restricción del Uso Genético (GURT por sus siglas en inglés), popularmente conocidas como tecnologías “Terminator”. Con este método se desarrollan semillas suicidas: se pueden plantar, dan grano, pero se vuelven estériles una vez cosechadas, obligando a los agricultores a comprar semillas nuevas para cada siembra. Esta tecnología fue condenada internacionalmente por inmoral y hay una moratoria en Naciones Unidas contra ella, pero por presión de las empresas, podría legalizarse en Brasil en los próximos meses. (Convenio sobre la Diversidad Biológica, 2000; ETC Group, 2014).
Por todo esto, permitir los transgénicos en un país es entregar la soberanía, la decisión sobre un aspecto vital de la supervivencia, como es la alimentación, a unas pocas transnacionales. Atenta contra los derechos de los agricultores a resembrar su propia semilla, reconocimiento consignado incluso en la FAO, por el legado de 10 000 años de agricultura con que han contribuido las y los campesinos para el sustento de toda la humanidad - sigue
Nunca en la historia de la agricultura y la alimentación ha habido una concentración tan grande de las semillas, llave de toda la red alimentaria, en tan pocas corporaciones. Las seis mayores fabricantes de agroquímicos a nivel mundial controlan el 76% del mercado global de agrotóxicos
Las mismas seis están entre las mayores corporaciones de semillas a nivel global, controlando el 60% de ese mercado. Y éstas seis controlan el 100% del mercado global de semillas transgénicas. (ETC Group, 2013a y 2013b).
En tanto que prácticamente las mismas empresas controlan el desarrollo de los transgénicos y el comercio de agrotóxicos y de las semillas, transgénicas y no transgénicas, dan prioridad a la promoción de los transgénicos por dos razones:
a) al ser resistentes a ciertos herbicidas, aseguran las ventas de semillas y de insumos;
b) por ser un producto de ingeniería, las semillas son patentadas, por lo que para los agricultores, guardar una parte de la propia cosecha para la próxima estación de siembra se convierte en ilegal, asegurándole a las empresas nuevas ventas cada estación e incluso ganancias extras al llevar a juicio a los agricultores cuyas parcelas se “contaminen” de transgenes patentados. Se han realizado cientos de juicios por esta razón contra agricultores en Estados Unidos y ese es el camino que sigue para todos los países que los adopten. (Center for Food Safety, 2013).
Para asegurarse de controlar totalmente a los agricultores, las corporaciones de agronegocios desarrollaron también una tecnología que actúa como una “patente biológica”: las Tecnologías de Restricción del Uso Genético (GURT por sus siglas en inglés), popularmente conocidas como tecnologías “Terminator”. Con este método se desarrollan semillas suicidas: se pueden plantar, dan grano, pero se vuelven estériles una vez cosechadas, obligando a los agricultores a comprar semillas nuevas para cada siembra. Esta tecnología fue condenada internacionalmente por inmoral y hay una moratoria en Naciones Unidas contra ella, pero por presión de las empresas, podría legalizarse en Brasil en los próximos meses. (Convenio sobre la Diversidad Biológica, 2000; ETC Group, 2014).
Por todo esto, permitir los transgénicos en un país es entregar la soberanía, la decisión sobre un aspecto vital de la supervivencia, como es la alimentación, a unas pocas transnacionales. Atenta contra los derechos de los agricultores a resembrar su propia semilla, reconocimiento consignado incluso en la FAO, por el legado de 10 000 años de agricultura con que han contribuido las y los campesinos para el sustento de toda la humanidad - sigue
